lunes, junio 02, 2008

Soberbia de poder


Si silenciáramos por un momento la majestuosidad el Palacio de Versailles, la Basílica del Valle de los Caídos, la Pirámide del Louvre, el Arco del Triunfo, podríamos escuchar el sordo grito de poder de quienes encomendaron las obras. Una pretensión de inmortalidad y poder de estos sujetos que en algún momento estuvieron al mando de sus respectivas naciones, y que quisieron reconocerse más allá de sus propios límites.

En nuestro país, nuestros presidentes no pudieron quedar exentos de esta pretensión, pero al mismo tiempo ésta les jugó una mala pasada. Perón quiso la bomba atómica, el padre de Máximo y Carlos Nair quiso llegar a la estratosfera y a Japón -atravesando la tierra- en una hora y media. Es de público conocimiento (y si aun no lo es para Ud, lector, debería empezar a serlo) que nuestra Presidenta quiere tener un Tren Bala. A diferencia de sus predecesores, este es un proyecto un tanto más factible, pero no menos disparatado.

Tal vez las posibilidades de su factibilidad hablen en desmedro de las iniciativas anteriores. (En cuestiones de probabilidad, es mucho más posible un tren bala, que una bomba atómica o llegar a la estratosfera en nuestro subdesarrollado país). Pero no por ello vamos a dejar de ser críticos de nuestro ser nacional. Los Argentinos la tenemos así de grande, los argentinos somos los más vivos, los argentinos fuimos los primeros en tener subte de Sudamérica, y ahora, como somos re-copados, vamos a ser los primeros en tener un Tren Bala.

Hace meses que no se puede resolver el conflicto del campo, pero vamos a tener tren bala. En invierno y en verano sufrimos las respectivas crisis energéticas del gas o de la electricidad, pero vamos a tener tren bala. No se pueden solucionar problemas prehistóricos como la desnutrición y en trabajo infantil, pero vamos a tener tren bala. No podemos vivir en el disenso sin aniquilar, minimizar o menospreciar al adversario, pero vamos a tener tren bala.

Definitivamente, si Cristina lo consigue, será un salto a la modernidad. La modernidad nos va a saltar por arriba y nosotros vamos a seguir tan aplazados como en la Edad Media.


Comuníquese, publíquese y archívese.