miércoles, mayo 07, 2008

guerra psicológica

Este último mes fuimos testigos, además de mi cumpleaños, de las últimas tendencias de guerrilla que se pueden emplear en el siglo XXI contra los gobiernos democráticos. Nada de nanotecnología ni de armas tácticas de largo alcance. No.
Primero nos vimos ahogados por una nube de humo del Norte. En este caso no se trataba de EE.UU.: la fumata venía de mucho más cerca. De acá nomás. Pero por las dudas, seamos escépticos. La emanación no anunciaba ni el Habemus Papam ni nada interesante: no se trataba de nada más que de un montón de pasto que -según el gobierno central- prendió el malvado campo, liderado por el golpista D'Angeli, en un intento maquiavélico de ahogarnos hasta hacer bajar las retenciones. Cuánta maldad. El hecho es que menos mal que era una nube simpática, porque sino ahí sí que nos juntábamos todos con Sandro a esperar que nos suene el celular.
Ahora desde el Sur nos llega la ceniza. Aparentemente los chilenos fueron tan vivos como para lograr que la mayoría de las emanaciones del supuesto volcán caigan de este lado de los Andes (lo que se puede lograr en un país de avanzada...). Terrible cómo nos odian, ¿No? Nos envidian. Mientras tanto, en la Casa Rosada, el gabinete en sesión está analizando la imagen que preside este post, planteándose la posibilidad de que el humo y la ceniza sean parte de una bomba H explotada por calculadores agentes del campo argentino y del gobierno de la insular Ciudad, en complot con el enemigo pueblo chileno para realizar un putsch protegidos en la nube de humo y ceniza, con el apoyo logístico de USA. Ahora, por este motivo, se está pensando seriamente en enviar a la tropa de élite liderada por D'Elia a Gualeguaychú -parte del eje del mal- a terminar con todo esto.
La verdad no sé que va a pasar, pero espero que no se mueran muchas ovejas como la otra vez. También les puedo recordar que el humo y la ceniza me recuerdan al pucho, el cual me molesta mucho (rima y todo); y decirles que si fuman en mi presencia, los voy a mandar a tomar por culo sin miramientos. Nada más.